martes, 15 de septiembre de 2009

El arte de amar..



Son las seis de la tarde y la afónica y débil voz de Orfelia aún se escucha por el Jirón Ayacucho del Centro de Lima. Las palabras casi agonizantes delatan las 12 horas de un discurso que viene pronuciándose desde minutos antes de las seis de la mañana, y que ha recorrido Comas, San Martín de Porres, Los Olivos y ahora, El Centro.

El mantel blanco que ya se ha tornado de color grisáceo por el evidente humo de la ciudad, reposa sobre la mesa pegable de plástico fucsia, que de vez en cuando, soporta algo de los 58 kilos de Orfelia, quien cada quience minutos se apoya en su herramienta de trabajo para no desplomarze; y aunque está rodeada de personas de sexos y edades distintas, al observarla supe lo que llevaba dentro, escondido detrás de esa frase que ya ha repetido por milésima vez "Vendo cuadros hechos con pintalabios, esmalte de uñas, tintes y más" !llevéselo ya!. El cansancio de una mujer que a sus 50 años lucha con fervor por sus cuatro hijas.

A las 4.30 de la mañana Orfelia ya está de pie, hirviendo la leche, en su humilde casa de la avenida Túpac Amru en Comas. Se prepara para ir a comprar el pancito, que más tarde será el desayuno de siempre. Sale de su casa animada, pero su rostro de desvelo delata que solo ha dormido 4 horas. cuando estña todo listo despierta muy cuidadosamente a Sara, la mayor de sus hijas, una niña que duerme junto a sus tres hermanitas en la misma cama. ella es la que se encarga de cuidar a las demás durante todo el día, pues Gerladine, Camucha y rosario son muy pequeñas para valerse por sí mismas.

Ya son las 5.30 de la mañana, Orfelia se despide de Sara, no si antes haber guardado sus curiosos cuadros en un costalillo sucio; el camino que le toca bajar está lleno de piedras, aún así va deprisa, necesita instalarse en el primer mercado del día, antes que otro ocupe su lugar.

Orfelia se encuentra ya rodeada de personas que la escuchan y le compran sus cuadritos, son más los que la escuchan que los que le compran pero saberse escuchada le da ánimo. el día recién empieza y todavía le queda mucha por vender en otro mercado, esta vez en San Martñin de Porres, pues las personas que le compraban se han reducido a cero.

Camina y camina hasta llegar a un paradero que la lleva por 50 céntimos hasta La Parada, su punto de venta ahora.

Tiene como destino final el concurrido Centro de Lima, su lugar favorito, ella dice que aquí la gente es mñas amable y está menos apurada. Orfelia está cansada, ha caminado cerca de cuatro horas para no gastar en pasaje, tranladándose de un mercado a otro. La suela de sus viejos y rotos zapatos talla 35 ya no da para más, pero la labia para ofrecer las ventajas y la originalidad de su producto al pùblico sigue constante.
Esta anocheciendo y sólo le quedaron 3 cuadros. Ha sido un exelente día. se ha vendido prácticamente todo y se ha recibido comentarios alagadores.


Orfelia recoge sus cosas rápido en el saquillo que carga en su espalda y se prepara para volver a caminar.


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